Bad End Night Vol 1 Prologo

Bad End Night Vol 1
Prologo

Bam.

Con el fuerte sonido de [ella] abriendo la puerta, las personas que festejaban en la habitación se dieron la vuelta para mirar. Alguien con jarras de cerveza en ambas manos, el rostro rojo pero aun bebiendo; otro agarrado a su amigo borracho; otro fingiendo escuchar al anterior; uno cantando, otro bailando; y por último, alguien recogiendo en silencio las jarras.

El hombre cerca de la puerta, que había estado relajándose y bebiendo vino completamente solo en un sofá de tres plazas advirtió su llegada y se levantó para saludarle.

- Qué tarde llegas. Bueno, ¿qué te parecería un brindis por nuestro primer día? Nosotros ya hemos empezado, ¿ves?

- …

[Ella] se quedó allí, de pie y en silencio, ni una sola palabra. El joven llenó, pensativo, una copa vacía de la mesa con el vino de la botella, y [le] instó a entrar.

- Obviamente, era de esperar del papel principal que llegase tarde. Aquí está tu copa. Vamos, brindemos.

El vaso que [ella] recibió estaba lleno de un delicioso vino rojo. [Sus] ojos observaron vagamente el líquido bermejo que ondeaba en su mano. Se quedó allí, de pie y en silencio, simplemente agarrando la copa; advirtiendo su comportamiento, tan raro, el resto del grupo giró la vista hacia donde [ella] estaba. Sus miradas eran amables, llenas de anticipación y optimismo. [Ella] cerró con firmeza los ojos, resuelta tomó con fuerza la copa, y tragó todo el ondeante líquido de un solo trago.

- Aah, ¡aquí está nuestra protagonista, gente! Acerquémonos. Vamos, ¡terminad esas copas, rápido!

Sin importarle que [ella] hubiera vaciado su copa antes del brindis, un hombre joven de cara ebria y sonrisa amable y sincera… alguien con calidad de líder del grupo, dirigía órdenes a los demás.

- ¿Podríamos escuchar también unas palabras del papel principal?

Todos los presentes se giraron hacia [ella] y se fueron acercando.

- ¿… vais a contarme la verdad?

- ¿La verdad…?

El alegre y ebrio líder que [le] sonreía abrió sus ojos suavemente; parpadeó un par de veces, o tres.

- Esta carta… cuenta la verdad de esta obra.

En cuanto [ella] soltó aquello, alzando la carta en su mano izquierda frente a su rostro, el ambiente de la habitación se congeló. Guardando la mismísima sonrisa que segundos antes tenían, todo el mundo en la habitación [la] observó. Ningún cambio de emociones, ni siquiera un pestañeo, sólo aguantando la respiración, mantuvieron la compostura preguntándose cuál sería su próximo movimiento. Tras un amplio silencio, una mujer de aire maduro posó sus jarras de cerveza lentamente sobre la mesa y habló.

- Explícate, sea lo que sea lo que quieres decir… ¿la verdad, dices?

A diferencia de la naturaleza casual de sus palabras, los labios de la mujer se crisparon, rígidos.

- Tiene que ver con nosotros… llevando a escena este guion.

- ¿Y bien? ¿De qué trata exactamente?

- … por favor, no os hagáis los ignorantes. Está todo escrito en esta carta.

De golpe [ella] miró a su izquierda para observar la carta blanca que sostenía en su mano.

- Y exactamente, ¿dónde la conseguiste?

- La dejaron en el escenario.

- Bueno, entonces… ¿entonces, qué dice? ¿Podría echarle un vistazo?

El líder adoptó una expresión severa que poco tenía que ver con su anterior faz, bajó su jarra y lentamente se acercó a [ella].

- Creo que ya sabéis bastante sobre esto, ¡no tendría que enseñárosla! … si lo que dice esta carta es cierto, ¿acaso esta producción no es un “sacrilegio” contra él?

- ¡…!

En el instante en el que [ella] pronunció la palabra “sacrilegio”, todos los demás se estremecieron con expresión nerviosa. Ante esta reacción, [ella] se llevó una mano a los labios y los cubrió. Lentamente volvió la mirada y dejó caer el rostro sin querer mirar a nadie a los ojos.

- … así que era cierto… Me siento… horrible. ¿Pero por qué…?

[Ella] abrió muchas veces la boca para tratar de preguntar algo, pero dudaba a media frase y jamás completaba la línea. Instantes después, aquel que parecía el líder habló de nuevo.

- … ha ocurrido así, simplemente. Por favor, compréndelo… Nosotros…

- ¡No quiero vuestras excusas! Creo que aún no es demasiado tarde. Por favor, ¡tenéis que contarle la verdad al mundo! SI lo hacemos ahora, quizás aún estemos a tiempo. Creo… no, ¡estoy segura de que podemos deshacer esto!

- ¿¡De qué estás hablando!? ¿En qué te basas? ¿No ves que en cuanto desvelemos la verdad, será el final para todos nosotros y para este grupo? – La mujer adulta se [le] acercó, su cara inundada de ira.

- ¿Quién podría escribir una carta así? Ha sido uno de nosotros, ¿verdad…?

Un muchacho que reposaba en un sofá barrió la habitación con la mirada, como iniciando un registro. Pero nadie confesó. Abrió la boca para continuar la búsqueda del culpable, pero la mujer adulta le interrumpió y continuó donde lo había dejado.

- Eso no importa ahora. La cuestión es que no podemos permitir que la verdad que lleva esa carta se haga pública. ¿Lo entiendes?

- … en serio, ¿por qué no te lo piensas? Todos estamos juntos en esto, ¿verdad? Tú no eres la excepción.

- ¡Sí! Si haces algo así, será horrible… Venga, ¡piénsatelo! ¡Por favooor!

Una chica que oscilaba la mirada con preocupación entre [ella] y aquellos que hablaban, se pronunció gimoteando. Las lágrimas llenaron poco a poco sus ojos. Todo el ambiente de la fiesta había desaparecido por completo, dando paso a una tensión salvaje en la que desde todas partes sólo caían ataques sobre [ella]. Afuera diluviaba, y el sonido grave de las gotas de lluvia retumbaba. [Ella] permaneció en silencio por un tiempo, observando la ventana trasera.

La tormenta de palabras pasó, dando lugar al silencio. Entonces, convenciéndose de algo, [ella] abrió sus labios de nuevo.

- Escuchad… Por favor, ¡escuchadme! De verdad, esto… lo digo en serio, esto es por el bien del grupo. ¡He pensado en la mejor manera de hacerlo! Pero tengo mis razones para no contaros los detalles aún. Pero aun así… ¡funcionará, os lo aseguro!

- No podremos recuperarnos si el mundo se entera de lo que hay en esa carta tuya.

Todos nuestros sueños, nuestras esperanzas… desaparecerán. Será el fin de todos nosotros..

- ¡Eso no es cierto! Por favor, creedme… ¡por favor!

El líder, aun con la preocupación dibujada en el rostro, cruzó los brazos inmerso en sus pensamientos y apartó la mirada de [ella].

- Bueeeno, ¿entonces no nos puedes contar ningún detalle, ni nada? Me gustaría saber, ya sabes, las probabilidades que tenemos de que salga bien.

Una mujer con un deje de intelectual intentó quitarse las gafas, parpadeando al darsecuenta de que no las llevaba puestas en ese momento; dejó su mirada vagar por la habitación para ocultar su error.

- Bueno, yo… no puedo hacerlo aún…

- Aún… es decir, ¿podrás hacerlo algún día? – preguntó el joven que servía el vino.

- Sólo dadme algo de tiempo. Entonces…

- Sólo un poco más de tiempo y seguro que podrás, ¿eh?

- Bu-bueno… No lo sabré hasta que lo intente… Necesito confirmar algunas cosas… No puedo decir nada seguro ahora mismo, ¡pero aun así…!
La mujer intelectual torció el cuello.

- Uuh… - Parecía dudar de esa respuesta.

- En tal caso, no puedes pedirnos que te creamos sin algún tipo de reserva…

- Pero yo… por qué…

[Ella] dejó caer la cabeza con tristeza ante la sentencia de la mujer adulta. Esta vez, una mujer con un aire de inmensa elegancia que había estado observando en silencio la conversación de los demás suspiró, se levantó y [la] observó con una mirada punzante.

- … es cierto. Es una desgracia, pero si no puedes ofrecernos nada que merezca nuestra confianza, no podrá ser. No iremos tan lejos por un propósito a medias… Esto no es un juego, ¿sabes?

- … lo entiendo. Pero insisto, ¡ahora mismo, todo lo que puedo decir es que me creáis!

- Era de esperar que una chica como tú que poco ha tenido que esforzarse en la vida no conociese el significado de la palabra “cooperación”. Sin experiencia, ignorante de las auténticas dificultades del mundo… ¡Mema patética!

- Yo… yo no pretendía… Es cierto, puede que no tenga precisamente un historial, pero hago todo lo que puedo…

Repitiéndose, se aferró a los bolsillos de [su] falda.

- ¿No podríais pensarlo una vez más…? ¡Por favor! Aún podemos…

- Te lo repito, ¡no vamos a creer en nada si lo único que tenemos son tus sentimientos! ¡Mira que eres cabezota, ¿eh?! Pareciera que sólo quieres abandonarnos justo al final, ¿es eso? ¡¡Traidora!!

- ¡…!

Cuando [ella] escuchó la palabra “traidora”, sus grandes ojos se abrieron aún más, y se quedó rígida como si el tiempo se hubiese detenido. En aquel extraño silencio, un trueno rugió, y los relámpagos iluminaron los rostros iracundos de los demás. [Ella] cerró los ojos y pensó en algo. Poco a poco los abrió de nuevo y continuó.

- Comprendo. Entonces enviaré esta carta a la prensa.

Miradas cortantes cayeron sobre [ella].

- Al principio pensé que podría esperar hasta que todas las representaciones hubieran finalizado, y entonces mostrarlo al final, cuando el telón bajase. Porque pensaba que quizás tendríamos tiempo. Pero no… imposible. Y os pedí que confiaseis en mí, pero ninguno lo hicisteis. No tengo nada más que deciros. Gracias por todo. ¡Adiós!

[Ella] se giró rápidamente y salió por la puerta que tenía detrás. Al momento, los demás [la] siguieron, gritándole que se detuviera, dándole caza. [Ella] no miró atrás, corriendo lo más rápido que podía a través del edificio sin luz.

- ¡Espera! ¡Eh, espera!

- ¡Vosotros dos, id a las escaleras del ala este y cubrid las entradas principal y trasera! Elresto, dispersaos y buscad en el segundo piso. Llamad a los demás cuando la encontréis. Las luces no funcionan, ¡no puede haber ido lejos!

- ¡Entendido!

- ¡Nos vamos!

Con las instrucciones del líder, aquellos que buscaban se dispersaron. En su huida, [ella] encontró una puerta, entró y cerró con cuidado para no hacer ningún sonido. Aguantando el aliento, deslizó la mano dentro de [su] bolsillo una vez más, aferrándose a él.

Tap, tap. Alguien se estaba acercando hacia donde [ella] se había escondido.

- Di, ¿estás ahí?

- ¡…!

Era la voz de la mujer adulta. [Ella] abrió de un golpe la puerta y corrió hacia las escaleras que bajaban al vestíbulo, dejando atrás a la aturdida mujer.

- ¡Eh! ¡Estaba aquí arriba! ¡En el recibidor del segundo piso! ¡Se dirige a las escaleras principales!

Al oírla, aumentó el sonido de los pasos que, uno por uno, corrían a las escaleras.[Ella] llegó rápidamente al comienzo de las escaleras, pero todas las posibles salidas habían sido bloqueadas. Un muro tras ella, las escaleras delante: dos de ellos estaban abajo, y tres y dos a su izquierda y derecha respectivamente.

- Muy bien… se acabó el corretear. Aún no hemos terminado de hablar. Volvamos a los bastidores.

El líder dio un paso hacia [ella].

- ¡Aléjate…! Lo digo en serio. ¡No te acerques a mí!

Desde la gran ventana, la luz de la luna hizo centellear el puñal de oro, y [ella] apretó los ojos protegiéndose de su fulgor. La lluvia ya había parado. [Ella] alzó el brazo izquierdo con el puñal, girándose para apuntar con él al líder. Gritos ahogados resonaron en vestíbulo. El líder observó, y su nuez se movió.

Y aun así… Aun cuando el hombre parecía asustado de su amenaza, para demostrar que semejante cosa no le intimidaba, lentamente dio un paso… y luego otro hacia [ella], cerrando las distancias. Sus andares arrogantes parecían los de un depredador. Al verlo, el brazo de ella tembló levemente.

La carta de su mano derecha flotó escaleras abajo. A los pies de ésta, el muchacho que observaba a los demás con recelo silencioso la cogió.

- ¡Tenemos la carta!

- ¡Es… es inútil! ¡Tener la carta no cambiará la verdad!

[Ella] cerró aún más el agarre sobre el puñal sujetándolo también con su mano derecha, ahora vacía. Lentamente, dirigió el extremo afilado hacia la chica a los pies de las escaleras. La chica tembló con miedo.

- ¡… espera! ¡Cálmate! ¡Podemos solucionar esto!

El líder echó a correr de golpe y se abalanzó sobre [ella]. [Ella] fue demasiado lenta como para sujetar el puñal, y el hombre lo agarró con sus grandes manos.

- ¡Suelta el puñal!

- ¡No!

[Ella] sacudió desesperada las manos de un lado a otro para soltarse. Lentamente, los demás en la planta superior comenzaron a acercarse a los dos.

- ¡Suéltame! ¡Ayuda! ¡Quien sea…! – gritó [ella] frenéticamente.

- Ooh, esto no está bien. Si alguien viene…

- ¡Vamos, cálmate!

- ¡No! ¡Que alguien me ayude, SOCORROOO!

- ¡Está demasiado oscuro, no se ve nada! ¡Por favor, detened este sinsentido!

[Ella] dejó de resistirte de forma abrupta. El hombre se detuvo también. Pero un segundo después, de golpe, [ella] giró su cuerpo hacia la izquierda. Inesperadamente libre, el puñal se deslizó por el brazo derecho del hombre, arrojando una parábola de sangre fresca. Su cara se desencajó de dolor, y se tambaleó. [Ella] se sacudió de encima al hombre…

- ¡AAAAAAAAAAAAHHH!

La chica escaleras abajo gritó. [Ella] se giró directamente hacia la muchacha y dirigió la mirada hacia abajo, donde vio al muchacho agarrando con desesperación la mano de la joven que intentaba subir las escaleras. [Ella] adelantó la pierna derecha para correr escaleras abajo, pero un instante después, el hombre le agarró por las muñecas. Con su mano izquierda, la única no dañada, intentó inmovilizar[la] una vez más.

Con las escaleras a su espalda y el hombre frente a ella, agarrando con una sola mano sus muñecas, [ella] se vio completamente incapaz de escapar. Ambos forcejearon por un tiempo, pero [ella] se descubrió acercándose más y más al hombre. Los otros se acercaban con tensión y cuidado desde atrás para ayudar.

- Desiste… ¡Ven con nosotros!

- No… ¡No!

- ¿¡Por qué!? Hablemos… Entonces podremos…

[Ella] observó al hombre que tenía delante por un momento. Las lágrimas acudieron a sus ojos una vez más.

- ¿… quién es el auténtico traidor aquí? Ya… ¡ya no quiero confiar en ninguno de vosotros!

Inmediatamente, su rostro se endureció en una expresión de terror. Y sus manos que desesperadamente empujaban para alejarse quedaron sin nada contra lo que empujar.

- …

Sus grandes manos buscaron las de [ella]. Cuatro más se alzaron desde atrás. [Ella] alzó sus manos, sujetando aun el puñal, hacia él. Pero se quedó corta, cortando nada más que el aire vacío.

El breve instante en el que cayó por las escaleras parecía reproducirse a cámara lenta, y todos quedaron congelados mientras observaban, como eternamente sometidos a una
escena de una pesadilla sempiterna. [Ella] yacía boca arriba, inmóvil, al pie de las grandes escaleras, la luz desaparecida de sus ahora vacíos ojos. Hundido profundamente en su pecho estaba el puñal de oro que [ella] no quiso soltar ni en el último momento.

Aplausos se hicieron eco en el silencioso vestíbulo. La primera escena de una representación realmente trágica.

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