El señor nos dio órdenes a todos, y nos separamos para buscar por donde nos asignó. La mansión era demasiado grande, y teníamos demasiado poco tiempo para buscar todos juntos, por lo que nos la dividimos entre los siete. El señor, la señora y el muñeco niño tomaron el segundo piso, mientras que la damisela, el mayordomo, la sirvienta y muñeca niña tomaron el primero. Y a mí, la aldeana, que no vivía allí y no sabía nada de la mansión, me dijeron que acompañara y ayudara a cualquiera de los siete.
La sección del señor era el área de la derecha después de subir las escaleras, la parte sur del segundo piso. El almacén del sureste, la habitación prohibida contigua a este, la habitación matrimonial, el estudio del sureste, la habitación de las colecciones, y la habitación de invitados #8 —un total de seis habitaciones y sus correspondientes pasillos.
En cuanto a las "habitaciones prohibidas" y lo que son, aparentemente habían estado cerradas muchos años y no se usaban. Ya estaban cerradas cuando el señor heredó la mansión de su abuelo; ya que ni siquiera su abuelo tenía la llave, tendrían que entrar tirando abajo la puerta. Es curioso, eso nunca había sido necesario antes, esas habitaciones no se habían abierto en décadas. Lo comprobamos para estar seguros, pero no había signos de forcejeo, de modo que concluímos que nadie había podido acceder ahí y nos centramos en buscar en cada rincón de las otras cinco habitaciones.
Primero fuimos al almacén en la esquina del sureste de la casa. Cuando abrimos la puerta, el señor abrió los ojos con sorpresa. Tratando de mantener mi precipitada sensación de que tal vez hubiéramos encontrado la página tan pronto, entré siguiendo sus brincos. Él cogió una escoba que había tendida en el suelo y la sostuvo en silencio durante un rato.
—Uhm... ¿Pasa algo con esa escoba?
—Bueno... Nadie suele entrar en este almacén. Me ha llamado la atención que una escoba haya caído sola, en vez de estar apoyada con las otras.
—¿Caído sola? Puede que alguien la usara y no la guardara bien en su sitio...
—A pesar de las apariencias, la sirvienta es una completa maniática del orden. Es imposible que deje un útil de limpieza ni un centímetro fuera de donde le corresponde. Pero si alguien más hubiera entrado en esta habitación, quizás...
—¡Oh...! Entonces cree que la persona que robó la página podría haberla escondido en un sitio donde nadie entra normalmente, ¿no?
—Sí...
Escudriñé toda la habitación, mi pecho palpitaba con la esperanza de encontrarla en alguna parte. La habitación estaba llena de muebles y adornos, así como de utensilios de limpieza, y todo había acumulado mucho polvo. Comprobamos cada rincón, cada centímetro, pero no encontramos nada parecido a una hoja de papel. El señor, por si acaso, hizo a un lado todos los muebles grandes para mirar también en los huecos entre ellos y el suelo. Pero eso también fue en vano.
Pusimos el antes ordenado almacén patas arriba, y amontonamos casi todo junto a la entrada. La próxima vez que alguien abriera la puerta, la pila de cosas toparían con ella y bloquearían el acceso... Qué desastre. Pero cuando traté de recolocar todos los muebles donde estaban el señor me paró los pies. Dijo que nos quedaban muchos lugares por buscar y no había tiempo de devolverlo todo a su sitio.
Sin siquiera dejarme alegar nada, nos apresuramos a la siguiente habitación, la que usaban el señor y la señora como dormitorio. Me sentí un poco violenta al entrar en ella. Estaba toda decorada de un azul fresco uniforme. Aunque solo estaba descrita en la historia pasada de uno de los personajes, tenía todo lujo de detalles. Era un dormitorio de una pareja adinerada.
Una gloriosa lámpara de araña con cristales incrustados en ella, una enorme cama con dosel donde se podía dormir como un rey, un armario con un número asombroso de vestidos y trajes, hermosas estanterías, mesas, sillas. Podía verse a simple vista que todos habían sido meticulosamente elaborados cuidando hasta los detalles más pequeños. Buscamos en todas partes de la habitación con los ojos bien abiertos, pero tampoco encontramos nada allí.
Dando por finalizada nuestra exploración en el dormitorio principal, fuimos al estudio del señor, el cual tenía más posibilidades de ocultar la página. Pero el lujoso escritorio de época tenía solo una pluma estilográfica en su superficie, y no apareció nada después de abrir y cerrar tantos cajones. El señor buscaba en las estanterías, tomando todos y cada uno de los libros con un elegante movimiento, moviendo las páginas con sus dedos esbeltos como si jugueteara con ellos, y volviendo a colocarlos... una y otra vez, hasta que comprobó el último y soltó un suspiro silencioso.
Ya habíamos buscado en la mitad de las habitaciones y aún no habíamos encontrado ninguna pista. Empezaba a estar cabizbaja. Ni el señor estaba tan preocupado como yo... o puede que el hecho de ser siempre un galán tan tranquilo, recto y estirado fuera parte de su personaje. Fuera como fuese, no notaba decepción en él.
El Kaito real tenía un corazón que no le cabía en el pecho, era amable, sobre todo con las mujeres y siempre sonreía. Aún no había visto esa expresión ni una sola vez en la cara de ese señor. Su personalidad era totalmente opuesta a la de Kaito. Aunque sabía que el Kaito de la realidad también era el heredero de una familia rica, y ver sus delicadas acciones adquiridas de una noble educación me dio la nostálgica sensación de que ese hombre era Kaito.
Ciertamente me pareció extraño tener "nostalgia" hacia personas que había visto hacía unas horas pero, por alguna razón, esa era la forma en que me sentía. Tal vez al buscar la página podría obtener alguna pista al observar cómo convivían estos "personajes de la obra". No sospechaba de ninguna persona en particular. Pero si el ladrón de página estaba entre ellos, tenía que al menos reunir algunas pistas.
Dejando el estudio, probamos la sala de colecciones del señor. Antes de que la puerta estuviera abierta hasta el final, no pude evitar soltar un "Vaya..." de asombro. Solo dar un paso en la habitación me llevó a un callejón sin salida, y mis ojos fueron atraídos por la colección que se extendía ante mí. Un conjunto lleno de estatuas de bronce, esculturas, armas, adornos, joyas —todas preciosas, bastante antiguas, maravillosas y algo extrañas. Nunca antes había visto nada parecido.
—¿Sorprendida? Es una colección de curiosidades que ha pasado de generación en generación en mi familia. La mayoría de ellas son de mi abuelo, pero yo también he aportado algunas.
El señor entró en la habitación a paso ligero. Una de las paredes estaba decorada con artefactos de distintos tiempos, lugares y culturas, y parecía que no había dos cosas con la misma forma. Uno parecía un vampiro, otro, un rey de las bestias, y otro, una diosa de la mitología antigua.
—Vaya... Qué nariz tan larga tiene esta máscara...
—Ah, se le conoce como tengu. Un dios adorado en un pequeño país del este.
—¿Es un dios...? Da un poco de miedo.
—Las tierras del este hay mucha variedad de costumbres religiosas diferentes a las nuestras. En particular, hay un país que todavía mantiene una tradición única de politeísmo. Esta máscara, por ejemplo, se considera un dios en algunas partes, pero en otras es temido como un youkai, una especie de monstruo.
—Oh... Cuánto sabe.
—Es mi única afición, sí...
Pensándolo, si bien las personalidades del señor y de Kaito eran completamente distintas, a ambos les gustaba coleccionar cosas. Y la pasión de Meg por los misterios clásicos cuadraba con la molesta afición de la sirvienta por los contratiempos. Eso me hizo pensar de nuevo, con otra perspectiva, en cómo podía ser que hubiera esas similitudes entre los personajes de Crazy∞nighT y sus actores.
En realidad, yo había roto el reloj al que Kaito le había costado tanto conseguir para la obra, y estaba buscándolo para preguntarle cómo arreglarlo... Mientras veía al señor buscar entre sus colecciones, siendo tan meticuloso con todo, me reconcomía la cabeza haber dejado el reloj roto.
—Ahora que lo pienso... Kai... esto, sé de alguien que también colecciona cosas. De hecho, creo que tiene una gran colección... pero le rompí un valioso reloj. Todavía tengo pendiente arreglarlo, y ni siquiera sé si puede arreglarse. Y tampoco me he disculpado con él... Espero poder hacer ambas cosas pronto...
¿Por qué había ido a parar a este mundo? No, esto era mi culpa también.
—Todos los objetos... se estropean con el tiempo. Es inevitable combatir el paso del tiempo. No te preocupes por haberlo roto.
—...
—Incluso las creaciones más estupendas se estropean en algún rincón sin que nadie lo sepa. Es por eso que los coleccionistas sentimos el deseo de protegerlas, ¿no crees?
—Supongo...
—¿Tú no quieres proteger las reliquias de tus antecesores?
—¿Eh...?
¿Las reliquias de mis antecesores? Eché un vistazo alrededor para contemplar todas esas antigüedades. Eso eran reliquias que había heredado de sus antecesores, protegidas durante generaciones. Mis "reliquias" podrían ser las obras de Burlet y la compañía. Por supuesto que quería protegerlos. Me uní al elenco con el deseo de ayudarlos a salir del hoyo.
—¡Sí! Yo también quiero mostrar los tesoros del pasado al futuro... Aunque los tiempos cambien, y aunque su forma cambie, quiero que se conserven, con las cualidades que tenían en tiempos pasados.
—¿Aunque su forma cambie, eh...? Pero las cosas cambian mucho de como eran antes con el paso del tiempo... Algunas incluso se vuelven completamente diferentes.
El señor, con la cara entre contenta y triste, se quedó mirando fijamente a una muñeca que tenía pinta de haber estado adornada con joyas preciosas y un vestido muy colorido. Pero los vivos tonos del vestido se habían vuelto de un marrón amarillento, y la mayoría de las hojas doradas habían caído de su corona.
¿Se refería a esto cuando decía que las cosas se vuelven "completamente diferentes"? ¿Ya no consideraba que esa fuera la preciosa muñeca de antes? ¿Aunque tiempo atrás se hubiera considerado la muñeca más bonita, aunque estuviera hecha por mejor fabricante, podía esta terrible muñeca medio rota considerarse bonita? No podía repararse con tecnología moderna porque dejaría de ser la misma, ¿verdad...?
Tomé la muñeca con delicadeza y la examiné para asegurarme de que no tenía la página dentro escondida. Pero no contenía nada más que relleno de algodón raído.
Estudié cada máscara, estatua y escultura a lo largo de la pared. Estas últimas estaban expuestas en pedestales, mirando hacia abajo desde lo alto, omnipotentes. Mis ojos se pararon en una gran estatua protegida por encima de mi cabeza. Era una mujer subida a un caballo, apuntando hacia el cielo con dos espadas largas, soltando un grito de guerra con la boca abierta. Parecía dispuesta a atacar en cualquier segundo, pero ese momento se había congelado en el tiempo. Las espadas que sostenía parecían reales.
—¿Te gusta? Es una valquiria, una diosa de la mitología nórdica. La espada de su mano izquierda la usó mi abuelo como obsequio del rey, en el campo de batalla, para proteger a Su Majestad. Hace siglos que es una reliquia familiar. Ella la protege, como ves.
—¿Una valquiria...?
—Sí. Es una de las diosas de la guerra. Su nombre proviene del escandinavo, una combinación de palabras que significan "caído en batalla" y "selección". Por lo que es "quien elige los que mueren en batalla".
—¿Hay más como ella...?
—Sí. Hay... nueve valquirias.
—¿Eso es que tiene amigas?
Cuando me di vuelta para buscar las otras diosas como ella, me topé con una armadura que estaba cerca. En ese instante...
—¡Cuidado!
El señor, que estaba frente a mí, tiró con fuerza de mis manos, y un ruido fuerte resonó justo a mi lado. Miré hacia atrás sorprendida.
—¿Ah...?
Una espada larga yacía en el suelo donde yo estaba. Subí lentamente mi mirada hacia arriba, mirándola tímidamente.
—Oh...
Ahí estaba la diosa, sin nada en su mano izquierda. Cuando golpeé la armadura colocada cerca de ella, el impacto sacudió la estatua e hizo caer una de las espadas de su mano.
—Estuvo cerca... Suerte que solo ha sido un susto. ¿Estás bien?
—Gracias... Sí, estoy bien. Pero... ¡Lo siento mucho! La espada... ¿no le ha pasado nada? No la he roto, ¿verdad...?
—No te preocupes. Sin embargo, me has hecho recordar el consejo de mi abuelo de no enfadar a la diosa. Espera un momento; traeré una escalera.
El señor recogió la espada tendida a nuestros pies y se fue a por una escalera del almacén. No cabía duda de que quería poner la espada de vuelta en la mano de la diosa.
Cuando me quedé sola, me dejé caer en el suelo con alivio. De haber tardado un segundo más, la cosa podría haber acabado muy mal. La espada era real... Solo imaginar que me habría caído encima desde al menos un metro de altura y me habría atravesado me hizo temblar.
El suelo de madera pulida era fresco y reconfortante. Pude enfriar mi cabeza lentamente después de que la sangre hubiera precipitado hacia ella con el miedo. Esta podría haber sido la experiencia más peligrosa de mi vida. Mi corazón todavía latía un poco deprisa... Tuve que calmarme rápidamente y recobrar la compostura. Puse las manos y los pies en el suelo frío para liberar el calor del cuerpo.
Mientras recorría el suelo con la mano, sentí algo áspero. ¿Qué era? Bajé la mirada y vi un corte en el suelo que probablemente habría hecho la espada.
—Lo he... rallado...
Aunque fuera el decorado de una obra, mi corazón se encogió por haber dañado una mansión tan hermosa y armoniosa. Me levanté para inspeccionar la severidad del corte.
—¿Qué? ¿Esto es sangre...?
Cuando volví a comprobar la rascada en el suelo, noté que había algo rojo. Lentamente, mirando a mi alrededor, vi varios otros rasguños. No los había visto el momento en que cayó la espada. ¿La hoja golpeó el suelo y lo cortó una vez, después rebotó y cortó en otra parte...? No, no. Forzando los ojos y mirando de cerca, todos los rasguños dispersos eran del mismo tamaño, de unos pocos centímetros. El rasguño del primer impacto y un rasguño después de rebotar no podrían ser el mismo tamaño. Eso significaba que estos otros arañazos no se podían haber hecho en ese momento.
¿Y qué era esa mancha roja en uno de ellos? Corrí mi dedo sobre él. Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Tal vez era la sangre de alguien. Estaba completamente seca ahora, de tal manera que no tenía ni idea de cómo o cuándo había sido. ¿Le había caído a alguien más esa espada como a mí acababa de pasarme...?
Miré con pavor hacia arriba de nuevo, como para asegurarme de que ella seguía allí. La diosa de la guerra. Aunque no tenía nada en su mano izquierda, seguía galopando en el aire en una pose heroica. Oí pasos en la entrada; el señor finalmente regresó con una escalerita.
—Yo me encargo de arreglar todo esto. ¿Quieres ir ayudar al primer piso? Esas habitaciones son más grandes y tienen más cosas, creo que les vendría bien un poco de ayuda. Aún no ha venido nadie a decirnos nada, así que supongo que nadie la ha encontrado todavía. Tenemos que darnos prisa... mientras tengamos tiempo para actuar.
—¿Tiempo para actuar...?
Ya lo había oído usar esa frase antes cuando estábamos todos juntos.
—Las obras de teatro tienen un tiempo limitado. Aún nos queda bastante, pero tenemos que encontrar la página pronto y pasar a la siguiente escena. Ya...
El señor hizo una pausa y cerró los ojos, concentrado en alguna cosa.
—Ya ha pasado un tercio del tiempo que teníamos...
Volvió a abrir los ojos y recuperó su expresión natural estricta con un atisbo de dolor.
—Hm... Este "tiempo para actuar"... ¿Cómo puede saber cuánto queda? ¿Hay un reloj en alguna parte?
—El único reloj que hay en la mansión es el que está en el recibidor. Y está parado ahora mismo.
—¿Entonces cómo...?
—Tenemos una noción de la obra dentro. Si quieres saber cuánto tiempo queda, simplemente pregunta a tu cuerpo.
Imité lo que él acababa de hacer, cerrando los ojos y concentrándome. Entonces, curiosamente, pude sentir cuánto tiempo quedaba para que la obra terminase, como si supiera la parte por la que iba.
A propósito, ahora no podía negar que me había convertido realmente en parte de esta obra... Al darme cuenta de eso, me entró el temor de ser una actriz en plena función. Si no lográsemos encontrar la siguiente página y se nos acabase el tiempo... ¿desapareceríamos todos sin dejar rastro?
Dejé el señor y fui por el pasillo, pasando mi mano por la pared. Me dijo que la cocina y el salón de la planta baja tenían más objetos dentro, así que podía ayudar a buscar a la sirvienta y la señora.
Mientras buscaba la página, había tareas esenciales que solo yo podía hacer... Buscar una manera de volver a la realidad, e investigar los misterios de este mundo. Por el momento, no podía saber si encontrar la siguiente página y seguir el guion para llegar al final de la obra realmente nos llevaría de vuelta al mundo real.
Todos parecían estar más asustados de que su mundo desapareciera por la falta del guion que de cualquier otra cosa. ¿Pero qué pasaría si, por casualidad, que desapareciera este mundo nos enviara automáticamente a la realidad...? Si ese fuera el caso, entonces lo sentía, pero mi elección tendría que estar en destruir este mundo tan rápido como fuera posible para traer de vuelta a los actores reales. Porque yo era la única con recuerdos del mundo real.
También tenía que pensar en quién habría robado la página. ¿Qué sacaría alguien de hacer tal cosa? ¿Era como dijo la damisela?, ¿alguien no querría hacer la siguiente escena? Pero entonces, ¿podrían siquiera albergar la sensación de "no querer actuar" en este mundo teatral donde el guion era la ley? Si solo pudieran actuar como el guion lo dictaba, ¿no sería imposible que nadie arrancara una página?
Pero parecía que no respetaban el orden del guion tan estrictamente. ¿Y si fuera como la vida real, donde los guiones solo se "seguían" del modo en que los directores de escena y los dramaturgos sabían...? Era posible en una obra tan realista como esta. Simplemente habían traído a gente real a un mundo de ficción y se habían adaptado a ella.
La realidad tiene "escenas" que no se pueden omitir. Sin embargo, mi verdadero cuerpo y mi mente habían sido trasplantados directamente a este mundo. Eso significaba que a pesar de estar aquí, todavía tendrían lugar escenas como ir caminando a los sitios, lavarme las manos, ignorar las conversaciones de otras personas; cosas que se omitirían absolutamente en una obra de teatro.
Como seres humanos, hay cosas que no nos gustan y que no queremos hacer. Y hay bastantes actores que son... testarudos, egoístas, vanidosos. Si tener que seguir el guion no significaba que tu cuerpo se moviera por sí solo, o que dijeras las líneas palabra por palabra sin que tu voluntad interviniera en absoluto, entonces la gente de aquí debía haber estado haciéndolo como razón de ser —por ser fieles a sí mismos y a su mundo.
Por lo tanto, si se movían con su propia voluntad, eran capaces de robar la página. Después de todo, ¿no habían estado peleándose y dudando unos de otros? Sin embargo, ¿no significa eso que el culpable no solo quiere eliminar este mundo, sino también a sí mismo? O tal vez eso no era su objetivo. Tal vez incluso si la obra no alcanzara el final correcto, nada desaparecería realmente...
Todo era una conjetura poco clara. No sabía absolutamente nada del cierto. Tenía muy poca información para seguir. Ojalá hubieran estado aquí Rin o Len con su intelecto de genio, Meg con su competente razonamiento lógico a pesar de sus pensamientos ultrajantes, el sensible y experienciado Kaito, Gack con sus amables consejo que siempre daban en el clavo, Meiko con su vista aguda para los detalles, o Luka con su intuición única que siempre acertaba.
¡Habría sido tan reconfortante poder hablar con ellos...! Sabía que debía mantenerme fuerte y concentrada para poder salvarlos, pero al mismo tiempo me vencía una soledad insoportable y, como siempre, me di cuenta de que dependía de ellos.
—¿Por qué tenía que ocurrir esto? ¿Por qué...?
Habíamos quedado atrapados en este mundo. Era mi culpa, ¿cierto? Por mi sacrilegio contra él, contra Burlet... Agarré el recuerdo de mi abuela, todavía en mi mano izquierda.
—¿Por qué...? Bueno, porque alguien robó la página, ¿no?
Me volví a mitad de camino sorprendida y encontré a la damisela de pie justo detrás de mí. ¿Cuándo rayos había...?
—¡Ahh, espere! ¡Delante suyo! ¡Pare!
—¿Delante...? ¡Uaaaahhh!
—¡¡...!!
La damisela agarró mi capucha y me obligó a retroceder, haciendo que aterrizara en el suelo. Contando la de esta mañana, esa era la segunda vez que me pasaba eso en el mismo día. Mientras me frotaba el trasero, me llovieron insultos desde arriba.
—¡¿Perdone?! ¡¿Es que no tiene noción de peligro?! ¡¿Siquiera mira por donde pasa...?! Estaba a punto de caer por las escaleras, ¡suerte que la cogí a tiempo! ¡Podría haber muerto!
—Ajaja...
—No es gracioso... Y... ¡No debería asustarle tanto mi voz! ¡Qué dramática! Solo me digné a responder a su pregunta. ¡Me hace parecer la culpable de que casi se haya caído!
En realidad no esperaba que alguien estuviera tan cerca. Entendía lo que quería decirme, probablemente pasó por casualidad y de repente me oyó hacer una pregunta. Supongo que accidentalmente comencé a pensar en voz alta. Estaba caminando lentamente por el pasillo con la cabeza en las nubes, pero aparentemente había llegado a las escaleras sin darme cuenta. Incluso estando en una obra de teatro, lo había hecho de nuevo.
Era una mala costumbre que tenía concentrarme tanto que entraba en mi propio mundo y perdía la vista de todo lo demás. Simplemente seguí caminando, mirando hacia adelante, probablemente a nada en particular, y casi bajé por las escaleras rodando. Miré hacia abajo —eran largas y empinadas. Ciertamente, si hubiera tropezado, habría caído hasta abajo. Gracias a dios que la damisela estaba cerca. Si no, estaría... Bueno, no quería pensar en eso.
Por un instante, recordé mi misterioso sueño de esta mañana, en el que alguien se caía de las escaleras y moría. Me estremecí. Miré de reojo a la damisela, todavía se estaba quejando.
Mi pregunta... Era obvio que no la había formulado específicamente para ella, pero en mi mente, su respuesta dio un vuelco a mis expectativas. La "realidad" para ella y para mí era diferente, y la idea misma de que existiera un mundo real separado de este era algo que estas personas no entenderían. Así que todo dependía de mí. No tenía mucha confianza, pero al igual que cuando reflexionaba sobre el mundo ficticio mientras veía una obra, tenía que considerar cada idea que pensaba como una posibilidad, y encontrar un hilo para seguir hacia la verdad. Pero…
—Me pregunto... ¿Es posible que mi imaginación se haya vuelto loca y esté teniendo un sueño vívido...? ¿O que ya haya pasado a la otra vida...? Hmm, no, eso se va demasiado. Pero es...
—¡¿Ehh?!
Un grito histérico de la damisela interrumpió mis pensamientos casi de monólogo. Me miró con el rostro deformado de terror, como si hubiera visto un monstruo.
—¿Mm... Hm...?
—¡E-Esto no es la otra vida! ¡¿Qué está diciendo?! Sea cierto o no, ¡haga el favor de no decir esas cosas enferm... de mal presagio! ¡¿L-Lo ha entendido?!
El vigor de la damisela me hizo dar un paso atrás impulsivamente.
—Ah, ¡l-lo siento...! Solo estaba conjeturando en voz alta... No estaba afirmando nada de lo que decía. Siento haberle molestado...
—¡¿Eh?! Y-Ya veo... No pasa nada. Es solo que... Ah...
Su mirada vaciló tímidamente a izquierda y derecha, las palabras parecían quedar atrapadas en su garganta. Esta era una costumbre de Luka cuando estaba profundamente preocupada; solo la había visto así una vez. El comportamiento actual de la damisela me hizo recordar el rostro de Luka cuando se olvidó de un acuerdo con un patrocinador importante, y mi corazón dolió de nuevo.
—Creo que... acabo de ver algo... brillando detrás de usted. Me asusté un poco. Pero puede que fuera solo yo...
Me di la vuelta y vi un retrato grande en la pared. Pero nada más. ¿Era el fantasma encantado de la mansión del cual el señor hablaba? Seguramente no... Inspeccioné cuidadosamente mi entorno y no encontré nada. Tal vez ella pensó que el retrato era un fantasma... Me fijé de cerca en la persona que había en él. Sentí como si la hubiera visto antes, pero...
—El hombre de este retrato...
Tenía un flequillo que le tapaba los ojos, llevaba una capucha negra y posaba con la cabeza ligeramente bajada, un dedo en los labios y una sonrisa amenazante.
—Hmm... Mi padre me dice que ha estado aquí desde que él heredó la mansión de su abuelo. Creo que él lo llama un "retrato del hombre del sombrero de seda"? Pero es un nombre extraño para alguien que no lleva uno...
—...
¡El hombre del sombrero de seda! ¡¿Este era el escritor de Crazy∞nighT, el mismo Sr. Burlet?! Incluso el museo local de Burlet tenía solamente algunos artefactos restantes relacionados con su vida en gran parte enigmática. Entre ellos había algunos retratos, y uno de ellos le representaba con una mujer que se creía que era su hija. La postura que tenía aquí era diferente, pero siempre se mostraba con el flequillos cubriéndole los ojos y con un sombrero de seda bajo, por lo que la gente del teatro le llamaba cariñosamente el hombre del sombrero de seda... o bueno, algo así.
Si había un retrato de él aquí, ¿significaba que esta era su mansión...? No, alguien me dijo que la mansión del guion de Crazy∞nighT era simplemente una copia de su propia mansión. Había estado tan concentrada en este mundo de la obra y los actores que habían perdido sus recuerdos que olvidé el dramaturgo.
El dramaturgo que vivía con un secreto rodeando todo lo relacionado con él, y falleció aún envuelto en misterio. Si todo esto fuera un castigo por mi sacrilegio contra él, ¿teníamos que concederle el deseo que tenía para esta obra? Seguramente lo que él quería era que nosotros representáramos su realidad tal como la creó, y completáramos su obra suprema... En ese caso, entonces, sin duda él estaba en alguna parte de este mundo. Un titiritero que nos vigilaba incluso mientras hablábamos.
¿Pero Burlet, quien se creía que había muerto hacía tanto tiempo, todavía estaba vivo? ¿O había alguien más enojado por la profanación de la obra perdida de Burlet? Justo antes de que fuera absorbida por este mundo, cuando recogí la carta, oí claramente el zumbido y alguien aplaudiendo a lo lejos. Tal vez esa era la persona responsable de que esté en este mundo... Y si eso marcaba el comienzo de todo, entonces quizás teníamos que deducir el objetivo del titiritero que nos había encerrado aquí y cumplir con ellos.
Hasta ahora, solo conocía algunas cosas con certeza. Debido a la desaparición de la página, la progresión de la obra se detuvo, pero el tiempo que originalmente teníamos para realizar la obra seguía contando. Y tenía que haber un titiritero —la persona que nos encerró en este mundo por nuestro sacrilegio contra la obra de Burlet.
—Perdón por interrumpir en el entrenamiento de sus pensamientos, pero... Si va a bajar, pregunte a la sirvienta si ya ha terminado lo del té, por favor.
—De acuerdo...
La damisela me miró escrupulosamente, pero no dijo nada más y volvió a la gran galería enfrente de las escaleras.
Cuando bajé las escaleras hacia el vestíbulo, vi a la muñeca de cuclillas junto al reloj otra vez. Todavía no estaba acostumbrada a ella como muñeca, originalmente era Rin. Seguramente solo estaba asustada porque se había convertido en una muñeca, me dije mentalmente, y me acerqué en silencio. Ella giró su cabeza 180 grados para mirar hacia mí y yo grité. Acto reflejo, di un paso atrás por el movimiento de búho, pero por un momento vi algo que parecían lágrimas brillando en sus ojos.
—¿Qué quiere, se-ño-ri-ta aldeana? ¡Ya-ja-jaja!
Ese "yajaja" era un hábito del personaje de la muñeca que hacía Rin pero, para ser honesta, escucharlo de la propia muñeca daba miedo. Rin a menudo me hacía ir a la antesala vacía en la oscuridad de la noche y mirar como hacía de muñeca sin mover un músculo... una práctica un tanto misteriosa. Su actuación, sin duda, emanaba un horror temible, pero pensando en ello de nuevo cuando miré a esta muñeca de aquí, pude ver que había una clara diferencia entre los humanos y las muñecas reales.
—Err... Supongo que solo estaba preguntando si había terminado de buscar por aquí.
—¡Ya ca-si he ter-mi-na-do! No en-con-tré na-da. ¡Qué aburri-do!
—Oh...
—Oye, ¡ju-gue-mos al es-con-di-te!
—¿Eh? Pero...
—¡Yo la lle-vo! Con-ta-ré has-ta veinte, es-cón-de-te, se-ño-ri-ta aldeana! Unoooo, doooos...
—Ey, espera, esto... Me dijeron que ayudara a quienes no hubieran acabado de buscar aún, así que no puedo jugar ahora.
—¿Quééé? ¡Soooosaa!
—L-Lo siento... Una vez hayamos encontrado la página...
—¿Se-gu-ro que la en-con-tra-re-mos...?
—...
La muñeca me invitó a jugar al escondite, pero tuve que negarme. No era hora de jugar. El tiempo seguía avanzando lentamente mientras hablábamos. El señor dijo que pese a que la obra se hubiera detenido, el tiempo de actuación seguía contando.
Miré el antiguo reloj frente a mí. En el primer acto, el reloj se detuvo como resultado de mi accidente sin precedentes, pero la ayuda de Rin y Len evitó que la obra se detuviera. Pero este reloj... También se detuvo un poco antes de medianoche.
—Ahora que lo pienso... ¿No habría alguna manera de hacer funcionar de nuevo este reloj...?
—¿Ee-eh..?
Balbuceé una idea que me vino a la mente, y la muñeca me miró sorprendida.
—Es decir, las manecillas. No sé si avanzando la hora manualmente... las escenas de la obra avanzarían también.
—No de-be-rías ha-cer eso. No se pue-de for-zar el re-loj.
El tono de la alegre muñeca se agravó de repente. Estaba segura de que la enérgica muñeca respondería "¡Va-mos a pro-bar-lo!" sin pensarlo ni un segundo, pero...
—Err... ¿Pero podría moverlo solo un poco y así vemos...?
Fui a coger las manecillas del reloj, pero las pequeñas manos de la muñeca alcanzaron mi brazo derecho para evitarlo.
—No... Pre-pá-ra-te pa-ra lo peor...
—¿Lo peor?
—...
—Escucha, ¿qué hay con este reloj? ¿Qué secreto tiene...?
—Al-gui-en va a mo-rir...
—¡...!
¿Alguien moriría...? ¿Qué rayos quiso decir con eso? Mover el reloj atorado, significaba que "lo peor" ocurriría... ¿Había una escena donde alguien moría? Me quedé mirando a la muñeca a los ojos para incitarla a hablar, pero solo me miraba de vuelta con firmeza. No iba a responder, y no iba a dejarme tocar las manecillas del reloj... Eso decía su mirada.
Un pensamiento cruzó mi mente. El muñeco y ella siempre solían alborotear por aquí. ¿Era porque estaban guardando el reloj? Si mover las manecillas realmente causaba la muerte de alguien, ¿estaban intentando evitar que alguien muriera?
Me aparté lentamente de ella, y me volví hacia las manecillas rotas del reloj. Eran doradas y brillaban por la luz de la gran lámpara de araña que colgaba del techo. Mirándolas de cerca, vi que era exactamente el mismo ejemplar que usábamos en la obra.
Ese reloj era la antigualla que Kaito había obtenido después de buscar por todas partes el reloj perfecto. Sin embargo, este de aquí estaba como nuevo, no tenía ni un rasguño. ¿Y las manecillas? No estaba segura, pero parecían estar afiladas como las del reloj de la obra...
—No lo ha-gas...
La voz grave, opresiva y enfática de la muñeca resonó ominosamente contra el techo del vestíbulo. El brillo en sus ojos era tan fuerte, y llevaba tal imperatividad, que me estremecí y asentí con la cabeza. Satisfecha con esto, la muñeca inclinó la cabeza ligeramente hacia mí y sonrió silenciosa de una forma espeluznante.
Abrí la puerta de la sala de estar, que estaba justo enfrente en el pasillo detrás de las escaleras. No había nadie dentro, y solo se oía el chisporroteo de la chimene, lo demás estaba en silencio.
En el primer piso, a la muñeca tenía que buscar en el lado oeste de la mansión: el vestíbulo de entrada y las dos salas de recepción de cada lado. La señora tomó el lado este: el comedor, la sala de estar y las habitaciones de invitados #2 y #3. La doncella se encargó de las habitaciones al norte: el baño, la cocina, su propia habitación, el lavadero y la sala del billar. Por último, el mayordomo buscó en el sur: la despensa, la habitación prohibida, las habitaciones de invitados #1 y #4, su propia habitación y una bodega debajo de las escaleras.
Supuse que ya habrían buscado en la sala de estar. Abrí la puerta del comedor junto a ella y miré adentro, pero tampoco había nadie allí. Sin embargo, la puerta de la cocina estaba entreabierta, y oí voces mientras me acercaba. Dentro, encontré a la señora y la sirvienta teniendo una discusión aparentemente seria. Me quedé escuchando, buscando el momento adecuado para intervenir.
—Entonces, ¿quién lo hizo? ¡¿Alguien encontró alguna prueba?!
—¡Alguien destruyó la prueba! Aprovechó la confusión, ¡y eliminó la posible prueba...!
—Oh, cariño...
—Es que... Todos en el mismo sitio... Es decir, todos en las mismas condiciones, eso es en lo nos basamos. Nos hacen pensar que cualquiera ha podido hacerlo... Creemos que ha sido alguien de los presentes, todos parecen culpables... sin tener... ningún motivo real para culpar a nadie...
¿De qué estaban hablando? ¿Un motivo...? Se alejaron un poco, dificultando que continuara escuchando, pero por lo que pude entender... ¿Habían deducido quién era el ladrón de la página?
—Bueno... No sé si lo entiendo del todo, pero creo que lo capto. Tengo sed. ¿Podemos tomar un poco de té? Preferiría beber vino pero el mayordomo se enfadaría conmigo.
—¡Pero si acaba de tomar! ¡Cielos!
La señora quería té, y pese a que la sirvienta protestó, sabía que habría seguido sus órdenes de todos modos. Abrió un cajón y sacó una botella de té de dentro. El ambiente se destensó un poco... ¿Debía hablar? O...
—Entonces... El vino estaba envenenado, ¿no?
¡¿Envenenado...?! Mi mano resbaló sobre la manija de la puerta.
—Había tanta gente en la fiesta, que cualquiera podría haberlo hecho.
—Sí, pero quizá no lo habría hecho de haber habido menos gente, ¿no cree?
—Eso es... El objetivo del culpable debió de ser...
Por desgracia, no pude entender nada más allá de eso. Tal vez las paredes y el suelo de piedra de la cocina absorbían la mayor parte del sonido sin hacer eco. Tenía que acercarme un poco más. Pero si no tenía cuidado, podrían descubrirme...
Mientras vacilaba, oí el estridente ruido de agua hirviendo. La sirvienta tomó tazas de té para dos de los armarios. Con un jadeo silencioso, me retiré de vuelta a la sala de estar. Entonces, la señora y la sirvienta se trasladaron de la cocina al comedor y se sentaron en la mesa. La puerta entre el comedor y la sala de estar estaba un poco abierta, pero no parecían haberme visto. Quería seguir escondida y escuchar el resto de su conversación. La sirvienta sirvió el té con un movimiento experimentado.
—Ricura, esto no es té con leche.
—Lo siento... Pensé que ya habría aborrecido el té con leche hoy. Además, a usted no le gusta tanto el té con leche, ¿no...?
—Está en lo cierto...
¿De qué iba esto? La señora había bebido tanto té con leche que la sirvienta pensó que ya había tenido suficiente por hoy... ¿Era eso parte de su personaje? A ella le gustaba la cerveza de todo tipo, siempre que tuviera un poco de alcohol, era lo único que podía recordar. Pero que le gustase la cerveza y el té, especialmente el té con leche... No estaba segura de eso.
—Por cierto, según su razonamiento... ¿Quién cree que es el culpable?
¿Culpable? Entonces habían estado hablando de la persona que robó la página.
—En este caso, el que parece más sospechoso a primera vista es el culpable.
—¿Qué...? ¿No es más sospechoso el que me dijo antes?
—Eso es lo que el culpable quería que pensemos. Primero nos hizo creer que podía haber sido cualquiera, ya que fue presenciado por todos en el mismo lugar bajo las mismas condiciones. Entonces cuando intentamos recordar, nos dimos cuenta de que los sirvientes eran quienes tenían más papeletas. Pero al mismo tiempo, alguien mencionó que más gente aparte de los sirvientes tendría motivos para envenenar el vino. Luego, el siguiente paso fue sacar una prueba rara que hacía parecer culpable al mayordomo, pero un aprendiz de detective dijo que alguien les había hecho una encerrona...
—Ya veo. ¿Y luego?
—¡Entonces es cuando viene el giro del guion y se descubre que nadie envenenó el vino!
—¡¿Qué?! ¿Así de repente? ¿Y qué fue lo que pasó de verdad?
—Sí, exacto, se descubre de repente... Y la verdad es completamente diferente. La verdad estaba en otra parte. ¡Esa es la joya de la corona del misterio! Todos estaban tan seguros de lo del vino envenenado... ¡y era mentira! Justo antes de la fiesta... Todos tomaron té en la sala de estar, ¿recuerda? El culpable usó arsénico, que es bastante popular entre los asesinos. Y el veneno hizo efecto cuando todos brindaron durante la fiesta.
>Además, ella había estado enferma esa semana... Estaba resfriada y le costaba dormir, así que estaba muy cansada. Por eso, un poco de brillo en la frente y los temblores no hicieron que la gente sospechara de que pudiera estar envenenada. Solo cuando el veneno alcanzó todo su cuerpo...
—Lo que sucedió justo cuando empezaron a beber vino. Solo pudo haberlo hecho una persona... El culpable...
—Correcto. ¿Lo entiende ahora?
—Sí...
—Pero el caso no acaba aquí.
—¿Hm...?
—¿Por qué cree que la fallecida llevaba una semana encontrándose mal?
—¡¿No me diga que también...?!
—Exactamente. No estaba resfriada ni enferma. Cada taza de té con leche que bebía contenía arsénico. Con una cantidad bien ajustada, los síntomas de un resfriado cuadrarían. El veneno hacía que se sintiera un poco peor cada vez. Perdiendo el gusto, el olfato... Pero nunca pensó que podía ser a causa del té.
—Es terrible.
—Ese día... la criada preparó el té con leche definitivo, y se lo ofreció en todas las ocasiones que pudo. Inventarse excusas para ofrecérselo fue la parte más difícil. La víctima prefería quedarse en casa y odiaba socializar con gente, así que solo salía en contadas ocasiones. Pero bebiendo repetidas veces de ese té con leche tan cargado, su actitud cambió. Le dio por ir a visitar a los vecinos, siendo esclava de su sabor...
Mi corazón latía a toda pastilla mientras escuchaba la conversación de la sirvienta y la señora en el comedor. ¿De qué estaban hablando...? El té que habíamos probado antes estaba muy bueno. Parecía de primerísima calidad. Y yo no tenía fiebre, ni me faltaba el aire, ni estaba mareada... Mi pulso era normal... Sin embargo, su conversación no parecía una simple charla.
Quería deshacerme de ese pánico de algún modo, pero solo me venían pensamientos negativos a la cabeza. Tenía que irme de allí y calmarme. Empecé a alejarme silenciosamente de la puerta...
—¿Qué está haciendo?
Me giré y vi al mayordomo. Me quedé petrificada de miedo y no osaba moverme, pero escuché movimientos de sillas en el comedor. El mayordomo tomó la iniciativa, abriendo la puerta y entrando a la sala.
Recomponiéndome del susto, lo seguí discretamente. La señora y la sirvienta parecieron sorprendidas al principio, pero sonrieron enseguida. La sirvienta volvió a la cocina y trajo el agua que quedaba en el hervidor.
—Pero bueno... ¿Ustedes creen que es momento de sentarse a beber té?
—¿Ah? Tan solo estábamos haciendo una pequeña pausa. ¡Despacito y buena letra, que dicen!
—También dicen que a hierro candente mejor batir de repente... Es depende de la actitud que le pongan. A ustedes les gusta mucho acomodarse cuando ven la oportunidad.
—¡Será posible! Señor mayordomo, es usted demasiado estricto. ¡Hemos estado buscando por todas partes hasta ahora, sin descansar ni un momento! ¿Verdad, señora?
—¡¿Eh?! ¡C-Claro...! Ya hemos buscado en la sala de estar, el comedor, la cocina y la sala del billar. Eso lo hemos hecho todo, ¿no?
—Disculpen, entonces. Sin embargo, el señor me ha encargado asegurarme de que estuvieran haciendo lo que se les ha asignado, lo que incluye también la otra mitad. Les pido por favor que no se dejen ni un rincón sin comprobar y hagan su tarea como es debido. También deben moderar sus pausas de sentarse y charlar... ¿De acuerdo?
—¡Sííí! —respondió la señora desinteresadaente, como si no hubiera estado escuchando al mayordomo.
—Bueno, señor mayordomo, lo que a usted le parece una charla ociosa a simple vista podría ser el debate de una tremenda pista, ¿sabe? Y la señora no está bebiendo cerveza, así que tampoco es que se esté acomodando mucho. Como medida desesperada, le estoy dando té cargado con cafeína en su lugar. ¿No quiere unirse a nosotras?
—Uff... Me preocupa lo que pueda ocurrir. Simplemente vi el momento y me pasé a ver qué hacían antes de continuar con el resto de habitaciones. Pero debería volver ya.
—Qué rancio es. Me acabaré esta taza rápido y vamos a beber vino al billar, ¿vale?
—¿Está segura, señora?
—Tiene razón, estoy cansada. ¿Qué hay de usted, señorita aldeana? ¿Quiere venir a descansar un rato? ¿Le gusta el té con leche? El de nuestra sirvienta está buenísimo. Te calma el corazón, ¿verdad? Ah... ¡Cuántas veces habré dicho esa línea hoy! Pero no puedo evitarlo, está tan bueno...
Mientras yo estaba allí en silencio teniendo problemas para entrar la conversación de los tres, la señora me ofreció de nuevo té usando la misma línea palabra por palabra. Dudé y no pude responder de inmediato, pero la sirvienta lo tomó como un sí y comenzó a prepararlo. Tenía curiosidad por su conversación de antes. ¿Podría preguntarles los detalles de alguna manera?
—Mm... ¿Sobre qué estaban hablando hace un momento...?
—Ah, ¿lo escuchó usted?
—Ajá... Quise intervenir, pero no encontré el momento adecuado... Y en su lugar les escuché sin decir nada... Lo siento.
—No pasa nada. Solo estábamos cotilleando un poco. A la sirvienta le encantan las novelas de misterio, ¿sabe? Así que de vez en cuando me cuenta los trucos de los crímenes que lee. Honestamente, los entiendo hasta cierto punto.
—¡Ejem! Buscar sin rumbo parecía aburrido, así que estaba tratando de conectar los detalles de este incidente. Después de todo, compartir ideas sobre lo que ha ocurrido también puede ser efectivo, ¿no cree?
—Bueno, en una casa tan grande, encontrar una hoja de papel es como buscar una aguja en un pajar. Empezó a decirme que era "¡Una catástrofe! ¡El preludio de algo peor!" y que "¡Algo malo va a suceder!"... Así que me dejé llevar. Es decir, es una gran faena, pero...
—¡Piénselo, señora! Es claramente un robatorio, ¡un acto criminal! Debemos encontrar al culpable sin falta.
La conversación no nos estaba llevando a ningún lado así que decidí interrumpir con espontaneidad.
—Esto, mm... ¿Qué era lo que decían del veneno...?
—¡Oh, eso! Bueno, hablábamos de cómo el culpable podría haber robado la página sin que nadie lo viera... ¡ni siquiera los muñecos que siempre están en el vestíbulo! Esto... y luego decíamos que puede que alguien lo viera pero no se diera cuenta... ¿No?
—Sí. Parece imposible... Para encontrarle una explicación empezamos a hablar sobre el asesinato de la novela como ejemplo. La sirvienta siempre habla de sus novelas. Hablamos de un ladrón y de repente se convierte en asesino. ¡Se mete demasiado en el papel!
—Bueno, es que cuando lo cuento, me caliento y... No, ¡es que me hierve la sangre...!
—Eso es lo que ocurre, como puede ver. No se preocupe por ello. No llegamos a ninguna conclusión con nuestra conversación, ¿no es cierto...?
—S-Sí...
La señora sonrió para tratar de aclarar mi preocupación. Entonces la sirvienta terminó y preparó tazas de té para mí y para el mayordomo. Un vapor cálido surgió del delicioso té con leche. Había observado cuidadosamente los movimientos de la sirvienta mientras todo el mundo hablaba, pero no veía nada antinatural en ellos... no había vertido veneno.
Después de oír una historia como esa... Un té con leche de primera clase que la sirvienta envenenaba con arsénico para matar a la mujer que vivía con ella... Podrían decirme que no estaba relacionado, pero no me apetecía beber de ese té que tenía delante de mí. El mayordomo había dudado de si hacer o no un descanso con ellas, pero una vez preparado el té, suspiró, decidió que podía hacerlo y se sentó. Sus largos dedos cubiertos por los guantes blancos alcanzaron la copa sin vacilar. Ahora que lo pienso, ¿cuánto tiempo había estado allí detrás de mí? Tal vez no había escuchado la conversación.
—Por lo que parece, ¿asumo que nadie ha encontrado ninguna pista todavía?
—Así es. Estoy segura de que cuando alguien encuentre algo, no tardará en hacer correr la voz por toda la mansión...
El mayordomo tomó un sorbo y devolvió la taza al platillo. Su cara estaba menos tensa que antes, lo que demostraba cuán delicioso era el té de la sirvienta.
—Bien, bien. Si la roseñor y la escondieron, probablemente no la encontremos tan fácilmente. ¡Seguro que la forma en que la han escondido es más rebuscada que eso! ¿Qué opina usted, señorita aldeana?
—Yo... ayudé a buscar en el estudio y en la habitación de las colecciones de arriba... pero no encontramos nada allí.
Mientras que la conversación continuaba, yo todavía no había tocado la taza de té. De alguna manera, podía sentir a la sirvienta mirándome mientras más la dejaba allí. La señora afirmó que estaban solo charlando, pero... no podía parar de pensar en ello. Eché un vistazo a su aspecto general, estaba sentada en diagonal frente a mí. Su sonrisa daba la impresión de que era muy sabroso... bebía sorbo tras sorbo del té con leche.
Pero todavía estaba rumiando lo que la sirvienta había dicho antes: "Además, a usted no le gusta tanto el té con leche, ¿no...?" A lo que la señora respondió: "Está en lo cierto..." ¿Qué habría querido decir con eso? Había algo extraño en ello. ¿Por qué en un momento en que tenía sentido simplemente decir "Tienes razón" dijo "Está en lo cierto" después de una larga pausa para pensar...?
Quizá la señora, cuando la sirvienta lo señaló, se dio cuenta de que no le gusta tanto el té con leche —pero lo bebía todo el tiempo y lo recomendaba a todos los demás por voluntad propia... Había algo extraño en aquello. Tan solo era un pequeño detalle sin importancia, pero no podía pasarlo por alto.
Y ambas continuaban recomendando el delicioso té con leche... Eso me hizo sospechar que había alguna razón en particular por la que querían que la gente bebiera. Y el caso del veneno del que estaban hablando antes encajaba perfectamente. No es normal que la sirvienta ofrezca té a los invitados sin que nadie se lo diga, por lo que el cerebro de todo no podía ser ella sino alguien de la mansión en la que trabajaba... Sí, probablemente la señora. Alardeaba del té de su sirvienta y lo ofrecía a los visitantes. ¿No era ese un modo más natural de hacer suceder las cosas? La sirvienta tenía una cómplice...
—Bueno, señorita aldeana, ¿por dónde le toca buscar ahora? A nosotras todavía nos quedan la mitad de las habitaciones del piso principal. Ya hemos hecho las que estaban más llenas, así que iremos rápido. Después de descansar un poco más... ¿Le ha dicho el señor que ayude a alguien en el primer piso?
—No a nadie en concreto, pero... ¡Ah!
Es verdad, me había olvidad completamente del encargo de la damisela.
—La damisela me dijo que le preguntara "si ya había terminado lo del té"...
Cuando lo dije, la sirvienta se tensó. Su sonrisa suave y alegre nunca se desvanecía excepto cuando hablaba seriamente de misterios, pero ahora adoptó una mirada amarga y disgustada visiblemente. La señora soltó un suspiro y el mayordomo miró su copa y bebió como si no hubiera oído nada.
Preguntar "si ya había terminado el té" tenía lógica, pero ¿"si ya había terminado lo del té"? Noté algo extraño en las acciones de la señora, y ahora sentía lo mismo sobre este silencio inusual. Sentía que tras él se ocultaba algo que solo los residentes de la mansión sabían, y eso pesaba mucho en mi mente. Incluso si se habían transformado completamente en habitantes del mundo de esta obra, sentía un atisbo de tristeza de cualquiera que quedaba fuera del grupo.
—Creo que ya hemos descansado bastante. Ahora, señorita aldeana, ¿quiere ayudarme a buscar en las estancias que me quedan?
El mayordomo terminó su té y se levantó, se despidió de la señora y la sirvienta, y se fue. Yo les di las gracias por el té y corrí tras él. La sirvienta bajó la cabeza, mirando el té con leche, y no pude ver su expresión.
Comentarios
Publicar un comentario